25.6.08

Mascotas

No se si les pasara lo mismo o no, pero en mi ciber si se permite entrar con mascotas, con todo lo que eso implica, pulgas, mal olor, ladridos, gruñidos, arañazos, mordeduras, orines, etc., a mi me encantan los animales pero no en mi lugar de trabajo en especial cuando el espacio ya es de por si reducido.

Siempre salta el típico que no puede vivir sin su lindo “bubito” o su “cleopatra” o como quieran llamar a su mascota (como si por mi lo llamasen neurona H2O), la cuestión es que ni yo tengo que aguantar eso, ni los demás clientes.

Esta el típico perro lamedor de piernas y pies, que se escabulle entre las piernas de todo lo que ve con los consiguientes gritos de las féminas o la llamada de atención de algún cliente con sentido común (que hacen perros en un ciber o es que necesitan mandar un email o chatear con esa perrita de cuadra tan cachonda), y ni que hablar de los perros que necesitan un desfogue rápido, que se empotran en la primera pierna que ven, sin querer soltarse por mas que uno trata de moverla frenéticamente de un lado a otro.

Lo peor es que se meta algún infiltrado, como el día que se metió un gato porque tenia ganas de frotarse contra todo, las chicas sobretodo decían el típico “que lindo”, mientras que otros se incomodaban, yo como encargado tenia que deshacerme de la pequeña molestia, pero nunca hay que olvidar que un gato tiene uñas, sobretodo muy afiladas, al parecer no le sentó muy bien que tratara de largarlo, y me tendió la garra en señal de pocos amigos, dejándome unas lindas líneas ensangrentadas en mi mano, no hace falta decir que capte la idea y lo deje a su bola, si alguien lo quería sacar, halla ellos, yo ya estaba lo suficientemente “contento” con el “tatuaje” que me dejo en la mano como para repetir dos veces.

Y ya ni hablar de las mascotas que se dejan abandonadas para darse cuenta horas mas tarde que su lindo bebe a estado aullando y corriendo desesperado de un lado a otro colmando mi paciencia y la de mis sufridos clientes, pero la gota que rebalso el vaso fue la joven (para mi que con algún problema mental al igual que su progenitora) que después de reiteradas llamadas desde mi teléfono móvil (con el coste de la llamada que me supone) al número que aparecía en el collarín del enorme y sobrealimentado gato que me dejaron, llegaran con la policía tildándome de secuestrador de gatos, y amenazándome de muerte, por hacer un favor casi hasta me gano una denuncia, y quien sabe tal vez una paliza al cerrar el negocio por las noches (estuve acojonado durante unas semanitas mirando de un lado a otro, mejor es prevenir que lamentar) ya me explayare sobre este hecho en algún post.

No hay nada que hacer, lo nuestro es un trabajo de riesgo en toda regla XD.